Visiones

"Me acuerdo, Harold Chasen, de esa manía tuya
de ponerle nombre a los meses
y elegir cuál era más bondadoso.
Te recuerdo casi como a un Jim Morrison
pero más alucinado o confuso.
Me acuerdo de ese fragmento de On the road
y de cómo soñábamos con ese día cualquiera
y sé que Madrid nunca estuvo a la altura
pero pertenecíamos al humo de sus calles
cada unx con nuestro exilio, existiendo feroces,
siempre impacientes, vigilantes, felinxs,
con el cuerpo reventando de majestuosidad,
casi como diosxs perforadxs
y cómo nos reíamos de esta vida,
y cómo todas las canciones hablaban de nosotrxs
y de todas nos apoderábamos compulsivxs
y nos volvíamos locxs por cualquier surrealista
dadaista generación beat o músicx
de jazz barato o rock cutre
anestesiadxs y sombríxs,
cómo mandaba en aquella época
el código de lxs bohemixs de las ciudades
y recuerdo que cada libro era un regalo
y cómo, intuyendo instantes
nos creíamos desencantadxs
habitando los resquicios de la libertad
cansadxs, escépticxs, y cómo
no nos fiábamos una mierda
de la jerga del amor, y me acuerdo
de la pared roja de ese garito
en el que nos tiramos un invierno entero
[invocando] alguna revolución que borrase
las líneas escritas de la existencia
y recuerdo que parecíamos cargar
con todo el peso del mundo en la espalda
pero orgullosxs y renegadxs, corriendo
entre las luces de las farolas
y las pintadas de las paredes
de esa Gran Vía naranja y nocturna
que si algún día tuvo dueñx, fue nuestra
por lo menos de seis a siete de la mañana
desquiciando en ella, pegando fuerte, 
cogiendo autobuses y vomitando
toda la mierda de este mundo
y sin saber que todo ese poder
nos pertenecía por justicia
y no sé si todo nos asustaba
o si nada nos daba miedo
y no sé si no creíamos en nada
o si nos moríamos por creer en todo
y confiábamos nuestros futuros
a ensoñaciones de ciudades,
al París de Miller o al Londres
grunge o a la Ibiza hippie y
soñábamos en esos lugares
no sé qué salvaciones
que siempre nos fueron negadas
y recuerdo como, pese a todo, nos salvamos,
volvimos de esas ciudades sin resignarnos
a que nada funcionase en ningún sitio
y salimos con el barro hasta el cuello
sin demasiada amargura en los ojos.
Recuerdo la tristeza que intentamos digerir
pero que se nos grabó en el alma y
recuerdo suspirar por que un porro
nos calmara los años y cómo cierto día
nos sorprendimos siendo felices
empeñándonos en no serlo
y pienso que un mundo
en el que tuvimos que aprender 
a ser felices por separado
resultó ser más cruel
que aquel que nos demostró
que pese a no darle espacio al tiempo
nos estábamos haciendo mayores."

Inma, 2012013014