Cómo hacer si te pierdes en la niebla

Cómo localizar al fantasma

que tiembla entre mis pelos,

cómo hacer con la sombra

que solo está,

delante de mí,

vacía a mi caricia.

La niebla densa se convirtió

en espesa espuma;

el viento solo es puño

y las nubes, en esquinas

como stops de un paseo

diseñado en las ruinas

de la Naturaleza,

presa en su celda de cristal.


Me refugié con mi soplo

debajo del rollo de papel cocina

y mi brazo derecho empezó a temblar,

signo de las estacas

con las que solía hablar.


El aire entra en mí 

como un manantial que se folla a la tierra

para volver a brotar.


Mi dulce cuerpo de bellas curvas

que amenaza a la altura espacial

El sonido hiperreal del mundo

ahogándose por encontrar

recuerdos que confirmen 

que ya fui,

en este lugar,

del escenario al suelo

sin cruzar el ventanal

del pathos, que me enseñaron

al no-caminar.


Y los cristales clavados en mis pies

son como lágrimas: escasas e invisibles

hasta que el sabor de sal 

sinestesia mi boca

que aúlla 

como los pájaros al piar.


De mis ojos salen ríos

 y me baño en luz.

Abajo el mar está oscuro

pero vibra sobre la tierra

y entonces luz,

y entonces agua.


Y si por dudar

elijo dejar de hacerlo,

me puedo bañar 

en la idea inmensa 

de las gotas de agua 

que al suelo a divertirse caen,

al fuego de la eterna fiesta 

de las cosas por existir.


En un mar de charco 

abriré bien mis axilas 

para escuchar con atención

al húmedo vacío bailar.

Le haré una foto

y dormitaré por un par de siglos

en el barro.


20/3/2014, Madrid