Younger Dryas: Bienvenidxs al fin del año en otoño

Escribo para darme sentido. Escribo como si escribir fuera una variación infinita de lo mismo, de mí mismx; también de las oes encerradas en mí, o tras ‘mí’, o cubriéndome como me cubre el pelo la cara cada cinco días; también de las variaciones que se anulan cuando necesito mostrarlas. Escribo por miedo a perder la cordura (de nuevo); de nuevo, si es que algún día tuve acceso a tal cosa, como si fuera un amuleto poderoso, un chip portátil cuyo extravío conlleva inhabilitación inmediata, como si el brazalete imaginario que nos rodea el cuello se pusiera a emitir pitidos y luces infra-rojas para atraer a los drones que serán los encargados de discipligularnos.

Reformularé estas palabras-indicadores-espacios para que se adentren en la tierra y nos penetren con sus raíces sonoras, lo haría al menos, si hoy pudiera conectarme lo suficiente con cualquier(_cos)a: con otros cuerpos, con mentes flotantes en libros y películas, con fantasmas, con las estrellas… Pero deambulo de un lugar a otro en este cuarto, como una abeja eléctrica que sufre extraños espasmos con los que goza. Gozo al planificar la destrucción de mi gozo planificado, pero es un gozo húerfano e intermitente, dura lo que dura una calada.

Escribo cuando no me valido. Escribo para buscar some kind of validity en el sentido que se crea al escribir (a veces), hecho materia a través de píxeles negros que colorean letras, y que traigo a teclas y revuelvo al poder borrar. Mis dedos toquetean mis redes sinápticas (¿mías?) porque, torpe attempt, es la única manera (a través de meter la garza y removerme a cinco en donde sea oscuro que no veo) de sentirme-a-mí, sintirmi las uñas y las llemas intentando reconocerse en mi sistema nervioso desde fuera. Como si éste último fuera un monstruo cautivo en un desván, me acerco con sigilo pero tomo notas de todo lo que veo sin dudarlo, con una profesionalidad poética terrorífica, por no atreverme a hablar de algo o alguien que no sea yo, no vaya a ser que les marque un destino o me ancle yo aún más, como si mis llemas-dedos-neuronas fueran el universo (¿sin tiempo?).

Rita Segato ofrece una hoja de ruta lacaniana a través de cuatro conclusiones para poder entender la psicología de los hombres, por tanto máscaras-personas del poder hecho carne, agresores en potentia, seres nacidos para la dominación a través de su asignación; en concreto, violadores: Segato entrevistó a 16 presos en profundidad en la cárcel brasileña de Papuda entre 1994 y 1995. Ese es el destino profético del arquetipo masculino: la racionalidad reguladora que se oculta a sí misma su divinidad diabólicosuprema, el perfecto fucking assemblage para el crimen perfecto baudrillardiano del fin del mundo en un random click virtualviolento, el intento a-tiempo-real de controlarlo todo; no solo la abstracción a través de la metaconsciencia paranoica bucleicla sino el efecto en lo demás, lxs demás, las demás. Sobre todo, más que un destino, es una práctica, una puesta en práctica de las capacidades de uno para controlar, destruir o regular lo creado y todo lo que se le resista, que necesita respuesta inmediata que configurará el next move: 1. Narcisismo masculino (“elaborado por Kaja Silverman, 1992”), 2. Self-fulfulling prophecy, 3. Pasaje al acto-“agresión auto-referida a través del otro” y 4. Búsqueda desesperada de madre genérica. (Principios elementales de la violencia 2003, 45-46). La materia lo siente (pero la materia no se disculpa).

¿Y si mi búsqueda de un dispositivo que mida el becoming vampire en realidad es proyección de mi dispositivo regulador para detenerme-como-vampiro que es en realidad vampiro en sí(como causa)? ¿Y si el dolor que he sentido me ha invalidado hasta tal punto que ya es irreversible? ¿Irreversible? De repente pasar a mi intimidad me bloquea hasta tal punto que me releo, perceptible ante algún tipo de composición que refleje algo más que mi uncomfortableness por decidir necesitar escribir cuando soy medium, aquí en este escaparate que seguro que miles de personas leen diariamente para tomarse su café. Escupirán sobre el cenicero como cabras escupientes y ahí estaré yo con mi sonrisa y un plus rosa en la frente.

Realmente que me irrita la transparencia de ciertas perversiones alevosísicas al caos, el binomio-todavía-por-destruir de positivo/negativo y de tú/yo que pulula por todas partes, sobre todo con máquinas de por medio, pero también en nuestra virtualidad historiográfica intersubjectiva europhea. Me pregunto inocentemente si acaso la gente piensa que otros cuerpos como nosotrxs, nuestrxs ancestrxs, la tribus y manadas de humanxs nómadas que habitaron la tierra durante cien mil años antes de que… ¿de qué? ¿De que un ansia comenzara a perturbar una especie de milesdeaños de lo mismo, terrible mismo, inhumano mismo sin la gracia de ver una máquina extraterrestre que camufla su dependencia cada cinco minutos, sino: cueva, grupo, caza, utensilios, tierra, arte, tormentas, fuego, criaturas, muerte a los treinta años, supuesto exterminio de neandertales (el último esqueleto data del 28.000 a. C. y fue hallado en Portugal, Clive et all, Nature 443, 2006)?

Lo intentaré de nuevo: antes de las tribus sedentarias en poblados con sus casas y sus tumbas y su magia, referencia imperial para todo tipo de “salvaje” u otro antropológico alrededor del cual el imaginario blancocéntrico que-se-cree-superior gira hipnotizado, “pre-industrial societies”, “pre-modern world” (Patricia Crone 2003)…, antes de los estados e imperios de China-Mesopotamia-Egipto-Etcétera, antes de lo que llaman el neolítico, hubo una glaciación, una Ice Age. Por entonces lxs animales hablaban inglés, y los elefantes y los tigres tenían relaciones homoeróticas de tequiero-temato que traían a la intelegibilidad animada el sueño gay blanco acomodado occidental, precisamente por la esperanza (lo que se espera) del deshielo: que dos hombres juntos y solos sean por fin capaces de cuidar de un bebé y ser padres: ¿no? ¿por ejemplo? ¿Reparemos? ¿No? ¿por ejemplo? ¿reparemos? (no? ¿por Ejemplo? ¿reparemos?) -> ad infinitum. Genial, siglo XXI, gracias.

Como para Tolkien, estamos en la última etapa del periódo Cuaternario. Ha habido cuatro grandes glaciaciones, dicen los expertos, en la Tierra. La última fluyó hacia un rollo “post-glacial” en torno al 10.000 a. C. (Younger Dryas) antes de la llegada de JesuCristo al planeta tierra, -10.000, los años oscuros de la prehistoria, a veces poblados, scientifically 1st según paranoicos homosociales del siglo XIX, por tribus matriarcales salvajes que los atenienses se esforzaron en destruir y en denigrar porfinparasiempre (creían) mientras Atenea perdonaba a Creonte por matricidio; y aquí estamos: la reforma del calendario del papa Gregorio XIII nos patrocina el tiempo desde 1582. En el periódo climático postglacial. El 17ª año de la primera centuria del segundo milenio positivo en el axis de la positividad : ) Bienvenidxs al fin del año en otoño, las hojas caen en Europa, damas y caballeros y monstruos. Abróchense los chubasqueros. Tenemos un padre: el hombre de Cro-magnon. La madre será entonces la tierra que les permite la alquimia del carbono 14 a esos héroes anti-anónimos que se inventaron la Historia, pero omitámoslo, objetifiquemos cuerpos para significar todo lo que omitimos y celebremos como cada dia la víspera del Apocalipsis (esto es equivalente a “ser positivx”). Nuestros órganos tienen los nombres de los hombres que, descuartizando cadáveres, los explicaron y definieron (el Cabinete de la Dra Caligari dixit).