Luna rosa

Esta luna está siendo especialmente dura. Estoy dejando morir a mi deseo de poseer lo que me falta por su mezquina imposibilidad. Vivir estos meses como una especie de prueba medio psicótica de amor y de esperanza (como sabia y estúpidamente auto-predije) ha sido un error conscientemente autorrealizado. Vivir todas las virturrealidades a la vez está siendo agotador, como de costumbre. Pero, ¿no es sino un feto de vampiro muerto lo que me retuerce las tripas de ansiedad (alimentada tal vez por desayunar avena de ayer)? Una criatura tan insatisfecha con sus circunstancias, una semilla casi inconsciente del fantasma de mi apéndice ausente, la codificación para cumplir con el plan(o) de dominación  vista la naturalización de mi ánimo involuntariamente cambiante de las últimas tres semanas acompañándome o adaptándose al estado de alarma. ¿Cuál es mi alarma? ¿Qué ideas alarman en mí un afecto tan negativo que me hacen repudiar mi existencia? ¿Cómo salpican y embadurnan mi trayectoria vital con su halo tentacular? Hace unos minutos, la idea de no valer nada, que lleva implícita la lógica del capital, me mecía en sus brazos demoníacos cuando me dije: valórate tú, coño. Mi mente, mágicamente creadora de sentires (pantalla, reflejo, soldado, templo, fuente, escenario, radio, antena, charco de barro y agujero negro) me impulsó entonces a embellecer la voluntad de mi propio acompañamiento. Qué hermosa y horripilante lección la consciencia en el amor y la libertad en estos tiempos que corren. La muerte y resurrección, con cada bocanada de cotidianidad, de lo que somos y será. La aceptación radical de la autonomía de cada ser y del respeto sagrado que ello conlleva. Hoy quemo los guiones que escribí en mis sueños amnésicos y en mis distorsionados delirios para reencontrarme desnude con el sol. Ya basta de aceptar con resignación las proyecciones de películas que despliega el hábito de mi miedo. En cierto modo, para dejarte impresionar basta con dejar de presionar para impresionarse, parafraseando chapuceramente a Sara Ahmed. Qué suerte la de poder pararse y observar. Encuentra tu gozo en la nada y déjate caer, no, déjate mecer por tu propio vacío esta vez. Tu vacío es el universo, no una película de terror. Deja al tiempo hacer su trabajo y renuncia al control de tus sueños:

 

“Caminábamos por charcos que cubrían las aceras

sueño con mi hermana y su novio

quiero que venga que me preste su coche

sueño contigo

acabamos en la cama

te tengo cerca, me despierto y lloro

sueño con más cosas

con tantas que para qué recordar

no tengo paciencia con

este mundo de mierda.”

(23/11/2019)

 

Quiero ser vulnerable pero no (tan) frágil. No estoy heche de cristal: soy arcilla, sangre, huesos, agua, fuego, aire y polvo estelar. La vida es un misterio infinito. Hazla digna y merecedora de tu ser. Házte merecedore entonces de vivir en la Tierra.