Lo importante es amar

Dado que amaneció el cielo ennublado y grisáceo y en este intervalo de dos horas el sol ahora me hace sudar, me permito reportarme un poco desde este presente que se enreda al numerarse algunas imágenes dignas de inscribirse aquí. Me gustaría poder usar voces más accesibles, que me lleven adonde quiero remover, pero nada específico o enraizado me llega, nada a través de palabras, digamos. Tal vez se trate de haber compartido demasiado, de haberme expuesto un poco desenfrenadamente a la inmediatez de la red, de haberme atrevido a romper los límites entre realidad y ficción. Llevo meses sin escribir, intentando sanar mis uñas y darle rumbo a mi serpiente de la supervivencia para poder ganar dinero en este mundo capitalista de mierda. Estoy en casa de mis padres haciendo uso de mi privilegio de niñx-blancx-madrileñx-casidepresivx (NBMcD), asunto que agradezco porque no tengo otro sitio adonde ir en este estado medio enfermizo en el que me encuentro, pero que voy a tener que mutar pronto igualmente si no quiero estancarme o volverme loki del todo.

Este verano de precariedad vagabunda amorosa en la vendimia-fracaso ha sido como un regalo en forma de globo de agua gigante caído desde el cielo en la cara seca: el primero de todos que anuncia una lluvia inesperada de bombas líquidas, “el rayo sobre el lago”, nuestro amor que se practica al acompañarnos  y cuidarnos, y al dejarnos ir también. Tú y Canna os habéis convertido en mi triangular familia con extraña facilidad, disfrutando el encuentro, permitiéndonos conocernos y respetarnos con o sin hostilidad exterior. La saturación de tópicos románticos es tal que las personas se guardan de compartir sus “relaciones íntimas con” con su círculo, o al menos más encriptadamente (una canción o una frasecita pal ruido virtual, porsiaca). Yo me invento y muestro textos que versan sobre mis delirios románticos (entre otras cuestiones), testigos directos, reportes calmados o aún más agitados, poemas… No aspiro a exhibir mi escritura porque no hay oficio ninguno en este registro casi automático de los flujos de meta-consciencia. En algún momento pensé que podría activar algo, conectarme con otras mentes cibernetizadas en lucha, inspirar. Pero pronto percibí cómo este medio era idóneo sobre todo para enfrentarme a mis propios pensamientos con el riesgo de su exhibición. Así que sí, he aspirado a exhibir mis pensamientos, triste forma de canalizar mi soberbia y de crear, oficio viejo el de no hacer nada más que parlotear. Esperaba más que nada sanarme, aceptarme tal y como soy en mi hibridez identitaria, sin miedo a que mis propias dimensiones virtuales internas me llevaran a lugares infernales de autodefinición y estima, sacándolas como en un extraño juego para convertirlas en algo más bello. Me cuesta todavía crear una narración legible que contextualize tales desbarajustes psico-cognitchivos, y a estas alturas cibernéticas (o “el blog que nadie lee”) no tengo necesidad de justificar mi locura o mi trauma con la dominación para permitirme seguir escribiendo lo que me salga de mis dedos.

A veces pienso que genero la mayoría de imágenes auto-referenciales negativas a través de gestos o signos de mi entorno cercano que normalmente malinterpreto, pero que, desde mi vulnerable estado de enrarecimiento, percibo como muestras de desdén o rechazo mal camufladas que se conectan con mi propia fuente de auto-rechazo en bucle. Luego sé que esta imágen, a través de tal generalización, porta la trampa de distraer la causalidad de nuestro sufrimiento estructural, de hecho trata de destruir las redes, estirarlas e inspeccionarlas para quemarlas y agotarlas del todo. Nadie aspira a estas alturas a conectar con todo el mundo (al menos hasta que te baja la serotonina o miras el móvil). Pero nos performamos libres con el amor y viceversa, creamos formas de comunicarnos, enseñar, tocarnos y crear que poco tienen que ver con los guiones del Cistema salvo en su oxidada y hueca estructura ósea, a veces inamovible o abrumadora en los espacios urbanos, en la forma del aire, el ruido, el espacio transformado, nuestras ropas y movimientos, nuestros tonos y frases hechas.

¿Por qué tendré tanta necesidad de intentar actualizar lugares comunes de la resistencia cuando encima juego a no ser nadie? Escribir esta frase me ha hecho detenerme y revisar los borradores que nunca publiqué, en busca de alguna clave, como si se tratara de un acertijo (o un problema):

Recuerdo estar en la sala gigante con goteras y luces fluosforecentes y salir y entrar, y encontrarnos y seguir hablando. (03/12/2016)

Me está dando el sol en la cara y Chavo me mira (24/12/2016)

El día está oscuro a mediodía y llueve. (16/12/2017)

Voy a desentonar la tendencia diario adolescente de los últimos textos para entretenerme mientras intento concentrarme en la biblioteca. (30/04/2018)

Septiembre no podrá con nosotrxs, solemos decirnos en los inicios de nuestra juventud. Este mes puesto de transición entre el calor y el trabajo nunca nos lo ha puesto fácil, al menos para dedicarle un rato al día a escribir el flujo incriptable de ideas que recorren nuestros pasillos. Entran por ventanales y, como las moscas, solo salen ante cierto ímpetu: torear a un fantasma, barrer el aire con la toalla, ese tipo. (Luna Eléctrica, 30/09/2018)

Creo que debería empezar a escribir otras cosas (pero pienso y lo escribo). Localizad y mautad vuestros hábitos adictivo-automatizados con cariño y paciencia, porfa, o ellos se encargarán de implementar nuestro fin a su manera. Cuidaos a vuestra manera, perspectivas únicas, viajerxs de la red virtual de las dimensiones imaginativas, cachos de materia en transformación, porosxs y sensibles. Nada está escrito salvo este ruido que nos engaña para pensar que podemos naturalizarlo. Renunciaremos a la escritura antes que a nuestra tierra, cuerpos y amigxs. Los lazos afectivos son prácticas de amor, y cada vínculo nos muestra el universo en las pupilas de lx otrx. Un artículo de Todo por hacer que no he podido encontrar decía algo así como “cuando miramos a las pantallas no miramos a los ojos.” Yo sin gafas no veo más que pupilas masivas, pero prefiero creer que transformo con la disposición de mi pensamiento, que “I open my heart, my body, my soul” aunque esté percibiendo el desconcierto o la incomprensión ajenxs como amenazantes, así que estiro y estiro y me quemo, me quemo los dedos con aceites varios mientras escribo y espero, porque no me atrevo a actuar demasiado, hago y repito, vacilante, sin armonía apenas. Adorando la tuya y aprendiendo a amar, amor.